#08 | La seguridad de los objetos

Me gusta sacar fotos con película. Tuve mi primera cámara a los 12 años y en esa época no tenía opción digital. Con el tiempo me fui enamorando de la fotografía fotoquímica y de su procedimiento. Sacar con rollo tiene algo de ritual, primero la limitación: tengo 36 fotogramas nada más. Necesito visualizar la foto, imaginar brevemente cómo inmortalizo una u otra escena, cierto gesto, un momento de luz particular. Después el encuadre y click. Una elige qué fotografía y en ese mismo acto está eligiendo qué deja afuera.
Y tras el click, la imagen latente, la foto no se hace tangible hasta que no se revela, o sea, hasta que se somete a la película a un proceso químico que hará visible la foto. La película es material fotosensible, reacciona a la luz que dejo entrar a la cámara para formar la imagen. No poder ver al instante la imagen que tomé le suma mística a la cosa: la veo en mi mente y la capturo con la cámara, pero no sé del todo si será como la imaginé; y tengo que esperar, primero a terminar el rollo y después el tiempo de revelado. Entonces luego de todo ese proceso el reencuentro con las fotos es agradable, me conecta de nuevo con la sensación, me traslada un poquito al momento que decidí capturar, del cual ya estoy alejada en el tiempo. No fotografío grandes temas, mi foto es bastante sencilla, cotidiana, íntima. Y así me gusta.

Hace unos días llevé a revelar un rollo y me encontré con esta imagen:


Es en mi casa. Una mañana de un día de fin de semana en la que me dediqué a mis plantas después del desayuno. Me gustó la luz entrando por el ventanal, suave sobre las plantas y objetos. Busqué la cámara y click. Pero al volver a ver la escena, encontré elementos que hablan de mi más allá de la foto, cosas que había olvidado de ese momento preciso porque estoy muy habituada. En la esquina inferior izquierda hay unas tiritas reactivas para medir glucosa usadas, en la esquina contraria arriba hay un pote de miel. Ese día hacía mucho calor mientras estaba en el jardín limpiando, el calor suele afectarme, y tuve síntomas de hipoglucemia (azúcar baja en la sangre, prometo describirlas pronto en otro posteo), lo que hizo que frenara un rato y me midiera el azúcar en la sangre para corroborar que estaba baja, comiera unas cucharadas de miel para subirla y poder seguir.

Así que ahí están, mis plantas y mi hipoglucemia en una foto. La diabetes es parte de mi cotidiano, algo de todos los días. Como respirar, o sacar fotos.



Y una recomendación para seguir en tema fotográfico --> Las babas del diablo - Julio Cortázar.

Comentarios

  1. Veo que el extrañamiento de lo cotidiano puede ser todo un viaje de auto descubrimiento, pero a través de estas líneas la invitación se extiende a que todes te descubramos también por lo que me parece la más honrada propuesta cosmonáutica

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