#11 | Big Bang
Cosmonauta fue primero mi seudónimo como fotógrafa, luego como cineasta y ahora es mi alterego para hablar de mi diabetes. Me autodenominé “Cosmonauta” en el 2003, para hacer propio algo de una película alemana que se estrenó ese año, Goodbye Lenin! y que es una de mis historias favoritas del cine.

¿Ustedes la vieron? No quiero explayarme mucho para que la vean, es mi recomendada de cabecera. La historia del muro de Berlín me resultó siempre más extraña que la ficción, y me encanta cómo construyen ese universo en la película. La misión de Alex es encantadora, lo vemos luchar por eso con convicción y queremos que pueda superar todos los obstáculos. Alex, de niño, admira profundamente a su madre y a sus acciones humanitarias, no porque sean grandes acciones, sino porque es cercana a las personas y es sensible a lo que otros podrían considerar pequeños problemas. Es una justiciera de lo cotidiano y eso la engrandece. Alexander sueña con ser cosmonauta y explorar el cosmos en servicio de la humanidad. Pero ya de grande, está desilusionado de todo. La aventura en la película lo lleva a volver a soñar, y también le enseña a aceptar los cambios.
De chica yo también quise ser cosmonauta. También arqueóloga, periodista, hacker, arquitecta, genetista. Pero pronto entendí que necesitaba hacer cine, contar historias.

Como Alex, soy un tanto idealista y desde el 2010 estoy aprendiendo a llevarme bien con los cambios.
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