#16 | La Sustancia
Un día, Elisabeth se choca con la realidad. Literal y metafóricamente. Termina en el hospital y resulta que no tiene nada. O sí, porque está angustiada y llora. Es su cumpleaños y al salir del hospital encuentra en su bolsillo un papel que envuelve un pendrive. El papel tiene escrito a mano “me cambió la vida”. El pendrive dice LA SUSTANCIA, y tiene un número de teléfono.
Pero para que vaya todo bien con el uso la sustancia, hay instrucciones. Debe respetarse el equilibrio, tener disciplina y constancia.
Sin spoilers, todo esto es parte de la película de ciencia ficción/terror de Coralie Fargeat. En la vida real, también contamos con una sustancia que bien podría ser un invento de una historia de ciencia ficción. Sin ella, el cuerpo pierde el equilibrio esencial para funcionar: LA INSULINA.
Antes de 1921, tener un diagnóstico de diabetes tipo 1 era sinónimo de muerte. Gracias a su descubrimiento e implementación como tratamiento, se sentaron las bases para el avance de la ciencia sobre esta enfermedad y de la educación diabetológica. Por eso, conmemoramos cada 14 de noviembre, aniversario de cumpleaños del Dr. Banting, principal gestor del descubrimiento de la insulina en Canadá, el Día Mundial de la Diabetes.
El diagnóstico de diabetes es un antes y un después, como en el papel que envuelve el pendrive en la película: “me cambió la vida”. Esa primera dosis de insulina, la sensación de mejoría tras sentirse mal varios días, es una promesa de estabilidad y bienestar, la sustancia que ofrece la oportunidad de una "mejor versión de vos misma," una vida posible, manejable.
Pero también, al igual que en “La Sustancia”, hay un lado de disciplina constante: no es una inyección y ya. Vivir con diabetes requiere vigilancia diaria y una armonía entre la insulina y otras decisiones, su uso nos impone límites y desafíos. Requiere un conocimiento profundo de nuestro propio cuerpo, una especie de "supervisión" que no desaparece, y un equilibrio entre niveles de glucosa y bienestar físico en los que todo influye: el trabajo, la vida social, las preocupaciones, la alimentación, el ejercicio, el acceso a las tecnologías, a los insumos necesarios, a la educación en diabetes.
La insulina sostiene nuestra vida. No es la perfección, no es ciencia ficción, no es magia; es un compromiso constante, un acto consciente de autocuidado que es agotador, pero transforma. Nos permite existir, crecer y vivir en equilibrio, y eso, sin duda, es una mejora poderosa de nuestra versión original.
Excelente
ResponderEliminarGenia! Me hiciste pensar en mi primera dosis de insulina como en la pelicula jajaja, a ver como lo vivo cuando pruebe la bomba infusora :)
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